Es la oportunidad perfecta para redondear ideas y completar lo que falta, lo que no podemos decir en los dibujos, en los cuentos, o en la disciplina que mostremos. Las disgresiones, los prólogos y postfacios son, a veces, la sal de la literatura; sino pregúntenle a Borges.
Esto que les muestro es el proceso de trabajo de una ilustración que hice en estas últimas dos semanas, un poco interrumpidamente a causa del laburo.
Empecé con una imagen que se me venía cada tanto y que es bastante recurrente, la de un denso follaje medio sostenido por enredaderas gruesas; de fondo o subida a un tronco veía una criatura, una mujer. También podía ser que apareciera de fondo, en claroscuro. Esto último se impuso en el boceto y borré muchas veces en este sentido hasta que surgió esto:

En el proceso de entintado hice lo que a muchos le parecerá absurdo: no entinté de una sola pasada, sino que primero hice un delineado de lo que finalmente rellenaría, con líneas cruzadas y tramas incluidas. Esto le da al aspecto final un toque de delicadeza (no se me ocurre otra palabra) que no logro si primero mancho con el pincel los bloques de negro y recién después “suavizo” y termino con un pincel liner (no pongo con el Windsor & Newton porque sería mentira) y las microfibras.
Una vez terminado hice un somero análisis y me dí cuenta de algunas cosas: Los elementos que sirven de marco son un tronco (un falo, bah) y una cueva (¿explico?). Luego los protagonistas son un vivo y una mujer de aspecto y carácter fantasmagórico. ¡No sean mal pensados y lleguen a la pseudofreudiana conclusión de que no es más que una escena de sexo con muertos! (lo que se llama necrofilia, ¿vio?). No es así y al que diga algo parecido le iniciaré acciones legales, costos a su cargo.

No me iré sin agregar que intenté aproximarme un poco al estilo del gran John Totleben, un dibujante súper humilde que supo trabajar con Alan moore en Swamp Thing y que actualmente sufre de una enfermedad de la vista (creo que es retinitis pigmentosa) que lo ha alejado de la producción de comics, ya que además de una lentitud propia de su minuciosidad; padece ceguera nocturna y debe acercarse demasiado a la hoja; esto lo obliga a prestar atención a los detalles y no al dibujo completo. Sin embargo aún realiza trabajos esporádicos y complace a sus fans.
Otra referencia que tuve en cuenta fue al escritor Guy de Maupassant, cuyo cuento L´Apparition llenó alguna que otra siesta de horror y misterio. Creo que cuando se me ocurrió llamarlo así (me rompí la cabeza, realmente) pensé en el francés, tal vez por eso el joven que se atreve a avanzar tiene una especie de capa medio antigua, que al menos a mí me sugiere la época de Sthendal y las guerras napoleónicas.
Ahora sí, chau.